Una de las recomendaciones más polémicas que ha hecho la ONU ha sido la de utilizar los insectos más activamente en la alimentación humana, provocando la reacción más airada de quien, acostumbrado a pollo asado y macarrones, ve en los insectos simplemente una molestia.
Es muy posible que prefieras una pata de cordero que una pata de saltamontes, o unas alitas de pollo a unas alitas de mosca, pero el mundo, si algo tiene, es que es diverso y no todo el mundo piensa igual. O al menos eso piensan algunas poblaciones humanas donde su tradición les dicta una forma muy peculiar de seguir las recomendaciones de la ONU: las hamburguesas de mosquito.
En las orillas del lago Victoria, a caballo entre Tanzania, Kenia y Uganda, la gente ha aprendido a sacar partido a los recursos que les da la naturaleza para poder subsistir, y uno de estos son los mosquitos. Curiosamente, lo que para unos es sinónimo de enfermedades, para otros es un delicioso manjar, y tiene su razón de ser, más allá de prejuicios culturales, en que han sabido explotar un recurso que se produce naturalmente.
A orillas de los lagos y zonas empantanadas, los bichos proliferan abundantemente, y en el caso que nos compete, sobre todo el mosquito Anopheles gambiae. Este insecto, conocido por transmitir la malaria, ha llevado a los gobiernos de los países afectados a alentar una intensa lucha por su erradicación. Sin embargo, los mosquitos tienen una característica de su comportamiento que les convierte en candidatos idóneos para acabar cocinados. Al caer la tarde los machos tienden a congregarse por millones en forma de inmensas nubes a orillas del agua para atraer a las hembras y copular. Esto, que podría ser una molestia para los habitantes de la zona, dada la barbaridad de individuos que se acumulan, se ha convertido en una auténtica fiesta de la cual participa toda la comunidad, desde niños a abuelos. En cuanto se forman las concentraciones, la gente sale con ollas, sartenes, platos, o lo que quiera que pueda servir para atraparlos, convenientemente empapados de aceite. En este punto, empiezan a agitar sus cazuelas en medio de la nube de mosquitos, los cuales quedan pegados en las paredes por efecto del aceite, lo que permite cogerlos y hacer una pasta negra con ellos. Una vez cogida bastante cantidad, se amasan, se les da la forma de hamburguesa y, con un poco de aceite, se cocinan a la plancha, convirtiéndose en una nutritiva y gustosa cena. Lo curioso del asunto es que se utilizan los mosquitos machos, reconocibles por sus penachos, los cuales no pican (son las hembras las que lo hacen), sino que se alimentan de savia y néctar de las plantas, por lo que se convierten en un sabroso bocado tanto para animales como para humanos. Aunque comer mosquitos pueda sonar raro, hemos de tener en cuenta que están en la base de la cadena alimentaria, y que el festín no solo se lo dan los humanos, sino los pájaros, murciélagos y todo tipo de animal insectívoro. Incluso los peces se congregan por centenares en la zona donde se mueven, lo cual es aprovechado también por los humanos para pescarlos. Este y otros ejemplos similares son conocidos por la ONU, que, más allá de la polémica, se ha limitado a hacer pública una fuente de alimentación alternativa, que, si se prescinde de tabúes y prejuicios culturales, puede salvar la vida a mucha gente.
(De Ed. Santillana)
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